Pseudo-mafia y literatura Tijuanense: de la Feria del Libro a los Premios Estatales
Carolina Monraz
Hace unos días se inauguró la Feria del Libro de Tijuana 2025 y pocos días antes se publicaron los resultados de los Premios Estatales de Literatura Baja California 2024-2025. Al recorrer la Feria y leer la lista de los ganadores del premio, me di cuenta: estamos atrapados en un loop. La literatura tijuanense está estancada.
Comencé a ir a la Feria del Libro de Tijuana en 2015. Estaba en la secundaria y conocía muy pocas librerías en la ciudad. No tenía experiencia comprando libros. Llegar a la Feria era encontrarme al principio de un largo pasillo de libros. Comencé a ir cada año. Pero dos o tres años después me di cuenta de que siempre estaban los mismos puestos, con las mismas editoriales y los mismos libros que podía conseguir, incluso más baratos, en las librerías o en línea.
Desde hace algunos años, dejé de recorrer la Feria. Y aunque ya no buscaba libros, me mantenía atenta al programa de eventos, e iba a todos los que podía: presentaciones de libros, conferencias, lecturas de obra, etc. El evento de la Feria que más recuerdo es uno al que ni siquiera asistí (porque estaba fuera de la ciudad, pero como me arrepiento). Era julio de 2023, estaba en el COLEF haciendo en la computadora alguna de mis actividades como becaria. La oficina siempre estaba calmada (me daban nervios hasta hacer ruido con la silla), y ese día, mientras observaba el mismo monitor de siempre, escuché lo que nunca: cuchicheo en el escritorio de al lado. Dejé un momento mis actividades y me acerqué al chisme… mis compañeras reproducián el video de Luis Humberto Crosthwaite leyendo su intervención en el homenaje a Rafa Saavedra. Crosthwaite hizo una crítica a la feria del libro que rápidamente se viralizó en redes sociales. Y más allá de la polémica, y de la crítica de Crosthwaite, pienso que ese evento generó algo. Participaron Laura Elvira Diaz, Pedro Beas y Heriberto Yépez. Ver ya esa combinación de nombres, y en un homenaje a Rafa Saavedra, me pareció interesante. ¿No es una paradoja? El evento más emocionante que recuerdo de la Feria sea un evento donde se criticó a la Feria.
En años anteriores la Feria tenía como sede el Centro Cultural Tijuana, en 2025, cambió al museo interactivo El Trompo. Llegué al estacionamiento, a pocos metros de la Macroplaza, uno de los centros comerciales más populares y visitados en Tijuana. Estaba emocionada por el cambio de sede. Después de haber visto tantos años el mismo panorama, me preguntaba cómo es que acomodarían esta vez las carpas, los pasillos, la distribución de los stands, etc. Pasé el arco de bienvenida. Y empecé a recorrer los stands, casi todos de librerías locales. Estuve un rato así, observando las mesas con libros, hasta que me topé con una de las salas de presentaciones. Me di la vuelta. Intenté buscar el siguiente pasillo o área de la Feria. Pensé: ¿esto es todo? Luego me di cuenta de que sí, esos 17 stands, y no todos de libros, eran la Feria del Libro. Lo único rescatable fue el cambio de ubicación, más cerca de la Zona Este de la ciudad. Fuera de esa reubicación, la Feria me pareció reducida y deteriorada.
El programa de eventos de la Feria del Libro parece una calca, cada vez más borrosa y turbia, del anterior. Se repiten los mismos. Libros que ya se han presentado en otros foros. De verdad, hay libros que llevan presentándose más de cuatro años. Parece una Feria encapsulada en el tiempo. Una Feria que no avanza. No hay novedades, parece que no pasa nada más en la literatura tijuanense, y yo sé que no. Yo sé que hay otras cosas pasando, obras, trayectorias y propuestas más interesantes, al menos nuevas, diferentes, y no solo en Tijuana, sino en México. Literaturas que nos estamos perdiendo: editoriales independientes, colectivos, ideas alternativas y libros que solo llegan a la frontera por el esfuerzo de algunas librerías locales independientes. Esto es una desventaja para las lectoras, los lectores, las escritoras y los escritores tijuanenses. ¿Cómo es posible que, en pleno 2025, en una de las ciudades más pobladas y con más movimiento de México, aún existan barreras para acceder a los libros que circulan en el centro del país? Es vergonzoso que una ciudad con una literatura tan importante, interesante e intensa como la tijuanense y fronteriza, tenga una feria del libro como la que hemos padecido en los últimos años, ¿en la última década? ¿década y media?. La literatura tijuanense es, en realidad, un fantasma en la feria del libro.
La Feria del Libro está en repeat infinito, remake interminable; no puede ser que, desde hace ya varios años, se estén invitando una y otra vez a las mismas personas, solo con pequeñas variaciones para disimular el simulacro. Y es que eso es la Feria del Libro de Tijuana: un simulacro. Una imitación, una copia, una representación cada vez más decadente e indiferente a su número anterior. Estamos en un bucle que no nos permite escapar del pasado nostálgico.
¿Qué es la Feria del Libro de Tijuana? La unión de libreros locales impidiendo que editoriales lleguen a la ciudad. ¿Dónde está el stand de Almadía? ¿Y el del Fondo de Cultura Económico? ¿Y Sexto Piso? En todas las ferias de libro, de Oaxaca a Guadalajara, los stands son de editoriales. El caso de la Feria del Libro de Tijuana es una anomalía. Es la única feria, de una ciudad importante, que sus stands no son de editoriales, sino de librerías locales. Sí la Feria se llamara Feria de Librerías Locales estaría bien. Sería un buen concepto. Al menos un concepto honesto. A mí me gustaría. La visitaría con gusto. El problema es que hagan pasar una feria de librerías locales por una Feria del Libro de Tijuana.
Lo mismo ocurre con el encuentro de escritores Tiempo de Literatura, organizado por la UABC. Siempre los mismos nombres. Y pasó también con los ganadores de los Premios Estatales de Literatura 2024-2025. ¿No es raro que sean los mismos jurados y algunos ganadores quienes aparezcan como invitados en eventos organizados por las mismas personas que coordinan el premio? ¿Tampoco sorprende que un jurado de la edición pasada ahora resulte ganador? Todo indica que ciertas funcionarias arreglan los premios. Es evidente: es una red. Se invitan entre ellos y se premian entre ellos. Solo basta con googlear quiénes son los jurados, en qué eventos han participado y con quiénes mantienen vínculos personales. Está todo conectado: funcionarios, jurados, organizadores y ciertos ganadores forman parte del mismo círculo. Esto no se trata de méritos, se trata de pertenecer a ese entramado y corrupción. Y está más que claro.
Parece que la literatura tijuanense —al menos la que circula en estos eventos y concursos oficialistas— es retrógrada. Vamos hacia atrás, regresamos a una literatura conservadora, tímida, nada valiente ni experimental, que nunca varía ni alterna. Si algún día los extraterrestres quisieran conocer nuestra literatura, y analizaran los programas de todas las ferias del libro de los últimos años en la frontera México-Estados Unidos, pensarían que estamos locos. Seguramente hasta dudarían de si el tiempo avanzaba en Tijuana. Verían en los programas los mismos nombres, libros, homenajes... una y otra vez. Como si estuviéramos atrapados en una burbuja temporal, donde nada cambia, nadie entra, nadie sale. Solo se repite. Seríamos, sin duda, un fascinante caso de estudio para ellos.
Esta red oportunista, que se auto promueve, se ha convertido en una mafia. O mejor dicho: en una pseudo-mafia. Porque sí: controlan, excluyen, se protegen... pero sin eso atractivo o la inteligencia estratégica que asociamos (aunque sea perversamente) con las mafias verdaderas.
Esta pseudo-mafia cultural está resentida. Aprovecharon un momento de descuido, de baja guardia. Se posicionaron cuando protagonistas de la literatura tijuanense se retiraron, se fueron o murieron. Entonces fueron tejiendo su estructura. Vieron que nadie decía nada y se quedaron ahí. Repartiendo los mismos espacios entre las mismas personas. En eso consistieron los 2010’s en la literatura de Baja California. Hay un patrón: instituciones de gobierno y esta pseudo-mafia detrás de eventos anémicos y corruptos.
Y aunque la literatura mexicana, históricamente, se ha sostenido muchas veces sobre redes de poder, corrupción y camarillas, al menos esas viejas mafias sabían que estaban corrompiendo por y para la literatura. Lo de esta pseudo-mafia, en cambio, es pura autocomplacencia y salir en la selfie. Lo único claro es que la literatura no les interesa. Yo no acepto la versión que esta pseudo-mafia nos da de la literatura tijuanense.
Un excelente artículo 🥹 Gracias por hablar por todos los que exigimos una feria de libro en Tijuana honesta, llena de libros, que sea una que de verdad merecemos los lectores
ResponderBorrarLo mismo que mencionas en este artículo es el tema de conversación entre decenas de conocidos que asistieron a la FLT este año. Todos estamos decepcionados de los pocos stands y variedad de libros disponibles. Incluso de los espacios tan pequeños para las presentaciones de los autores invitados.
ResponderBorrarOjalá los organizadores tomen cartas en el asunto, porque todos nos quedamos con un mal sabor de boca este año.
Este año, por cuestiones de trabajo, no pude ir a la FLT. Sin embargo, no sentí tristeza por habérmela saltado. Reconozco la buena intención de un par de libreros que conozco de manera personal, pero deben ellos de reconocer que lo que hacen está muy por debajo a lo que queremos los lectores y escritores de la región. Queremos, para empezar, buena organización, no es posible que siete días antes apenas den a conocer el programa. En las versiones del CECUT había cientos de personas paseando en los stands, pero las presentaciones con 10 asistentes, o cambiando horarios a diestra y siniestra sin avisar. Queremos ver otras editoriales (que hagan trabajo honesto, para empezar), otros autores, otras caras. Que haya una interacción con la comunidad lectora, con los creadores de contenido locales. Tijuana merece más, mucho más. En fin, gracias, Carolina, por compartir este artículo y alzar la voz. No estás sola.
ResponderBorrar