Lo no escribible en imagen: Killers of the flower Moon
Existen crímenes, como escribe Roberto Bolaño en 2666, que son escribibles. De esta manera, se han creado arquetipos de maldad, locura, perversidad... ya que pueden ser escritos, leídos e interpretados. Sin embargo, hay crímenes, que después de pasar por el filtro de la palabra, son borrados, olvidados y desfigurados; crímenes que, según el régimen o ética de cierta época, no son escribibles. No digo con esto que el mundo se forme con las palabras, más bien, las palabras conforman al mundo, dan forma a lo que ya es, a lo que existe a pesar de los sentidos y la experiencia.
Martin Scorsese toma un crimen que en su momento no fue escribible, uno que no se adaptó a la lectura de su época: los asesinatos de los Osage. La historia de un crimen mutilado, cuyos testimonios y originales están diluidos por la historia de toda una nación. Scorsese plasma en imagen aquello aparentemente perdido, aquello no escrito (y que quizás ya no se puede escribir). La narrativa y la fotografía de la película lo revelan. Las tomas no pretenden ser bellas (aunque en realidad lo son, y mucho). Son tomas simples: planos generales y ángulos normales, escenas e imágenes crudas, y a mi parecer, el detalle más importante (y bello): hay diálogos sin traducir, ideas ocultas para unos (para la mayoría). Diálogos entendidos y legibles a medias, cuya comprensión depende de otros diálogos y otras ideas. La película nos dice: Espectador, hay partes de mí que no entiendes, que no puedes entender.
Una historia que se contó, que se (no)escribió mediante imágenes incompletas y simbólicas. El mismo título oculta todo dato exacto, sustituye un tiempo preciso y claro por un fenómeno astrológico, un fenómeno que indica temporalidad, sí, pero una temporalidad inexacta y contradictoriamente atemporal. Es un momento en el tiempo, pero, ¿qué tiempo? ¡Quién sabe! ¡No se escribió!
En fin, la maldad no cambia, se esconde, se filtra, pues, por las palabras.
Salí del cine emocionada, emocionada por el cine, claro. Porque "Killers of the Flower Moon" me recordó que hay películas que solo pueden verse en el cine (espacio físico), solo pueden verse en compañía de extraños, sentado y sin interrupciones.
Me gustaron esas casi cuatro horas de mi vida.
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